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Grupo de Liturgia

“La Eucaristía no es un mero recuerdo de algunos dichos y hechos de Jesús. Es obra y don de Cristo que sale a nuestro encuentro y nos alimenta con su Palabra y su vida” (Papa Francisco)

¿Quiénes formamos el Grupo de Liturgia?

Somos un grupo de personas comprometidas con nuestra formación cristiana que queremos conocer mucho mejor la Liturgia de la Iglesia. Esto no solamente nos enriquece personalmente, sino que nos pone a disposición de toda la comunidad preparando la Liturgia Eucarística de los domingos.

AGENDA

FORMACIÓN

La belleza de la liturgia

CENIZA

Que todos los fieles reciban el signo de la ceniza no es muy antiguo. Fue hacia el siglo XI

La ceniza nos recuerda lo que queda de la quema. El símbolo ya aparece en la primera página de la Biblia, cuando se nos cuenta que “Dios formó al hombre con polvo de la tierra”. Eso es lo que significa el nombre de Adán y le recuerda que ese es precisamente su fin: volver a la tierra.

Lo humano y la humildad tienen la misma raíz “humus” polvo y ceniza.

La ceniza que se nos impone viene de la quema de los ramos y palmas del Domingo de Ramos del año anterior. Esto quiere ser también recordatorio pedagógico: Lo que en un tiempo fu signo de victoria y de vida (las palmas, las ramas de laurel) se convertirán pronto en ceniza.

Y si la Cuaresma empieza con el gesto de la ceniza, termina con el agua de la Noche Pascual. La ceniza ensucia, el agua limpia; la ceniza es signo de destrucción y muerte, el agua de vida.

En la oración de la bendición de las cenizas se pronuncian las siguientes palabras:  (…) así podremos alcanzar, a imagen de tu Hijo Resucitado, la vida nueva de tu Reino”

LAS MANOS  HABLAN

¡Qué importante es el cuerpo en las celebraciones litúrgicas!  Nuestra oración es completa y expresiva cuando el gesto y la acción se unen a las palabras. Todo él se convierte en lenguaje: los ojos que miran, la voz que canta, las manos…

Nadie duda del poder expresivo de las manos. La liturgia también pasa por las manos Uno de los gestos más plásticos, más intuitivos y fácil de comprender es el de la imposición de las manos.

Unas manos extendidas hacia alguien y unas palabras que oran o declaran es el mejor lenguaje simbólico para expresar la eficacia de los sacramentos.

En todos los sacramentos, el ministro  realiza este gesto:

  • En el Bautismo, sobre el bautizado con las palabras «Que os fortalezca el poder de Cristo Salvador»
  • En la Confirmación: para pedir a Dios que envíe su Espíritu Santo sobre los confirmandos
  • En la Penitencia: Cuando el sacerdote pronuncia las palabras «…yo te absuelvo…»
  • En la Unción de enfermos: La imposición de las manos prolonga y visibiliza la fuerza sanadora de Cristo
  • En el Matrimonio: Con la imposición de manos se pide a Dios «…extiende tu manos protectora sobre estos hijos tuyos…»
  • Y en la Eucaristía: En la Plegaria, cuando el sacerdote invoca al Espíritu Santo y extiende sus manos sobre el pan y el vino  para que «santifique estos dones..» Al final de la plegaria el gesto se repite, pero esta vez las manos se dirigen a la asamblea. 

También se imponen las manos hacia la asamblea en la bendición final, cuando se quiere hacer con más solemnidad. La triple invocación de bienes queda así mejor subrayada con la imposición de las manos.

 

EL CUERPO REZA

La importancia del lenguaje corporal consiste en que a través del cuerpo expresamos nuestros sentimientos. No sería muy creíble que estuviéramos cerrando un acuerdo importante estando descuidadamente sentados, tumbados o de pie golpeando  el suelo con impaciencia.

En nuestras celebraciones, la postura de rodillas expresa algunas actitudes interiores, como la humildad ante la presencia del misterio: nos arrodillamos durante la invocación al Espíritu Santo que precede a la consagración. Esta postura nos ayuda a entender que está sucediendo ante nosotros y para nosotros el misterio de la presencia específica de Cristo en la Eucaristía

 También manifiesta una postura interior de adoración y de oración personal, privada. El orar de rodillas es una actitud corporal que nos invita a sentirnos pequeños, limitados, pecadores. Es la postura con la que iniciamos la celebración del Viernes Santo.

Y no sólo nos arrodillamos los fieles de la asamblea, el presidente (el sacerdote que celebra) también se arrodilla durante la misa. Lo hace tres veces: después de la ostensión del Pan, después de la ostensión del Cáliz y antes de comulgar.

UN SENTIDO DESCONOCIDO

Hay un sentido que permite que sepamos en todo momento en qué posición está nuestro cuerpo y cada uno de sus segmentos. Informa al cerebro de si estamos sentados, tumbados o haciendo el pino. Es el sentido quinestésico.

Las posturas de nuestro cuerpo son importantes porque a través de ellas expresamos muchas cosas: Nuestro nerviosismo, nuestra alegría, si algo nos agrada o no… En las celebraciones litúrgicas, sobre todo en la Eucaristía, nuestro cuerpo expresa (de pie, sentado o de rodillas) la actitud de la fe de cada persona.

De pie es la postura de la dignidad del hombre como rey de la Creación; de pie expresamos nuestro respeto a las personas importantes; para el cristiano la postura de estar de pie es signo de la libertad del que participa de la dignidad del Resucitado.

Por eso nos ponemos de pie:

  • En la entrada procesional del sacerdote: mostrando nuestro respeto hacia quien es signo visible de la presencia del Señor con los suyos.
  • En la lectura del evangelio: Mostrando nuestra atención y disponibilidad a aceptar y cumplir la Palabra del Señor
  • En la Oración Universal: donde ejercemos nuestro sacerdocio común y rogamos por todos los hombres.
  • En las oraciones que el sacerdote, en nombre de todos, eleva a Dios (oración colecta, oración sobre las ofrendas, la Plegaria, en el Padrenuestro, oración de poscomunión)

LOS CINCO SENTIDOS

El Papa en su carta apostólica Desiderio Desideravi nos insta a: “Recuperar la capacidad de vivir plenamente la acción litúrgica; el hombre moderno ha perdido la capacidad de confrontarse con la acción simbólica”

No es una invitación a “poner los cinco sentidos”, con atención y esmero en la liturgia, sino a celebrar una liturgia en la que los cinco sentidos tangan su papel.

Los ritos cristianos son acciones simbólicas que anuncian, actualizan y comunican el misterio de Cristo mediante una amplia gama de códigos comunicativos, que abarcan la totalidad del ser humano: La palabra, el gesto, los colores, las vestiduras, la luz, la arquitectura…

En nuestra acción litúrgica entra de lleno la corporeidad. Naturalmente que los signos externos no son lo principal, pero por ser el medio de entrar en lo inaccesible, no vamos a descuidarlos.

ROJO Y BLANCO

Estos son los dos colores que veremos durante la Semana Santa. El triduo Pascual, «tiempo fuerte» del año litúrgico.

El color blanco es el color del gozo pascual, de la luz y la vida. Con el expresamos alegría y pureza.

El color rojo significa la fuerza del Espíritu Santo que nos hace capaces de testimoniar la fe aún hasta el derramamiento de sangre en el martirio. Es el color de la sangre y del fuego

El domingo de Ramos y el Viernes Santo, en las celebraciones veremos el color rojo. El Jueves Santo, la Vigilia Pascual, el Domingo de Resurrección y durante el tiempo Pascual, veremos el color Blanco, hasta el domingo de Pentecostés que se volverá a utilizar el color rojo

Además de los colores, la liturgia nos introduce en los últimos acontecimientos de la vida de Jesucristo y lo hace a través de gestos y símbolos (la procesión de las palmas, el lavatorio de los pies, la adoración de la cruz, el fuego, el agua)

Estos días, las celebraciones son de una gran riqueza litúrgica

 

TIEMPO DE RECOGIMIENTO

Además de los colores, la liturgia nos enseña que estamos en un tiempo de recogimiento, de reflexión, de preparación, por eso en las celebraciones se suprimen algunas oraciones, como El Gloria a Dios. Tampoco se canta el Aleluya tras la lectura del Evangelio.

EL COLOR MORADO

Entramos en otro momento del ciclo del año litúrgico, y lo sabemos porque el color predominante de las celebraciones será el morado. Desde el miércoles de ceniza hasta el domingo de ramos, la Iglesia celebra el tiempo de Cuaresma. es un tiempo penitencial, de reflexión y preparación para el gran acontecimiento de la Pascua.
El color morado expresa la esperanza, el ansia de encontrar a Jesús, el espíritu de penitencia. Por eso se utiliza en el Adviento también y en la liturgia de difuntos. El color morado indica penitencia y austeridad

 

EL COLOR VERDE

Hemos terminado el tiempo de Navidad y volvemos a las rutinas, al día a día. En las celebraciones de la Eucaristía, esto se expresa en los colores de las casullas del sacerdote y la tela que recubre el ambón. Son de color verde. 

Este color indica que estamos en una parte del año litúrgico que se llama Tiempo Ordinario. Este tiempo empieza después de la Epifanía del Señor (la fiesta de los Reyes Magos) y dura hasta el miércoles de ceniza. Luego se volverá a retomar, finalizado el Tiempo Pascual. El color verde expresa la juventud de la iglesia, el resurgir de una nueva vida.

 

 

 

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