Vivimos en una sociedad que se empeña en borrar de la experiencia humana aquello que puede resultar desagradable o doloroso. La muerte es tabú, salvo para hablar de la falacia de “una muerte digna”. De la muerte (de un ser querido) no se habla, menos aún del proceso interior y necesario del duelo. Queremos despacharlo rápido, encontrar una pastilla que nos ahorre el sufrimiento, el dolor… “Quizá una sociedad pueda juzgar su grado de humanidad también por el modo en que afrenta el duelo. En él se percibirá si lo esconde, lo privatiza, lo niega; o si, por el contrario, lo socializa, lo comparte lo expresa y aprovecha para la búsqueda del sentido del vivir”
“Estoy en duelo no es un manual de buenas maneras para dar el pésame a alguien cercano que ha perdido a un familiar, tampoco es un libro de autoayuda que nos invita a centrarnos en un yoísmo egocéntrico; no es un libro de filosofía acerca del dolor y la pérdida: es el “acompañamiento para entender y procesar, para integrar en nuestra vida el hecho natural de la muerte”.
Este acompañar se inicia en el momento de toma de conciencia de la muerte, cuando se manifiesta el dolor. Los gestos las palabras que escuchamos o que ofrecemos a veces ayudan otras, no. Nos acompaña en las preguntas que nos hacemos, en el sentimiento de culpa, en la existencia o no del más allá; en los objetos, los lugares, los recuerdos del fallecido… “Este proceso de elaboración del duelo significa reintegrar dentro de uno mismo a los seres queridos. Recolocarlos emocionalmente y seguir viviendo”
“Ante la angustia producida por la muerte y el deseo de que no sea efectivamente cierta, nuestra mente puede caminar por senderos poco saludables”
El autor del libro, Juan Carlos Bermejo, experto en humanización de la salud, en duelo y bioética, no pretende darnos respuestas, ni aliviarnos, no busca “dulcificar el dolor, pero tampoco reducirlo a una experiencia oscura sin salida”. Al ir leyendo el libro, el lector mira el aprendizaje a través de testimonios de esa labor de “Integrar el sufrimiento. Elaborar el dolor no es lo mismo que aceptar pasivamente lo que sucede o resignarse. Indicaría abandono de sí o fatalismo. Integrar el sufrimiento en cambio, hace referencia al sujeto activo ante el propio mal; ser dueño capaz de aceptar lo inevitable viviendo, aún en medio de ello, con libertad y responsabilidad”