Hay un libro interesante en la biblioteca, fácil de leer; es claro, ameno, didáctico, buena letra y no muchas páginas.
El título (y el contenido) no son novedosos: «Las bienaventuranzas del evangelio. Ocho pasos para la felicidad». Quizá por eso pase de largo frente a nuestra curiosidad.Quién no recuerda las palabras del sermón de la montaña? y ¿ quién no asocia estas palabras a otras de sacerdotes, formadores, directores espirituales, religiosos o místicos que con buena intención, han querido que se nos graben en la cabeza como garantía de que merece la pena sufrir en este mundo?
Pues bien, si uno vence ese pequeño temor a encontrarse párrafos de espiritualidad inaccesible al hombre común, se encontrará de frente con la mejor de las noticias ¡Somos bienaventurados también nosotros! ¿yo? ¡si no soy pobre! El Maestro tampoco lo fue, simplemente no tenía apego a nada de este mundo. Es lo que nos quiere decir: No tengáis apego a este mundo porque estamos de paso. Cuando lo entendamos y lo practiquemos, nos sentiremos bienaventurados.
Raniero Cantalamessa devuelve en este libro, la sencillez a unas palabras sencillas y claras. El anuncio de las bienaventuranzas es para todos los que han encontrado el Reino de Dios.